1.8.14

Hoy me hubiera gustado hablar contigo

Pero como todo lo que me frustra, me lo merezco. Siento ser así de desastre, pero esto es lo que soy, por mucho que intento cambiarlo. Nunca lo voy a conseguir, por mucho que lo intente parece que el esfuerzo es en vano. Me he marcado un plazo de tres años, me quedan dos.

14.11.10

por aquí y por allá

amodorrada a la gran botella de Coca-Cola repaso mi vida y no hago más que soltar gruñidos en el desierto. Me quiero despedir de alguien muy importante y como siempre que me toca despedirme de alguien, lo hago con respeto. Cuantas veces habré realizado este trámite de limpieza, siempre con la certeza de que no hay chance para el reencuentro. Pero ahora es alguien demasiado importante. Sí, reconozco que esa frase también la he dicho muchas veces.

27.5.10

dos

Pero cuando el sol había pasado su cénit, tú seguías ahí, te podía ver desde mi hoja, pálido y febril, bien oculto bajo tu capa de viaje, camuflado entre sombras, desapercibido a los ojos curiosos del bosque, pero mis ojos no conocen otro claro que este claro que tú elegiste como refugio y conozco cada hoja y cada rama, cada piedra y cada escondrijo. Y aunque a Señor le hubiera gustado que le hiciera caso y me quedara ahí donde él pensaba que estaría, tu hechizo fue más seductor y tu necesidad más apremiante. Del almacén de la curandera, saqué limaduras de sauce, ungüentos y barbas de la anciana, un musgo que crecía en lo alto de los árboles cercanos al lago. Llené con agua fresca del riachuelo un viejo odre olvidado y mientras los demás dormitaban al sol de la tarde, me escabullí entre las hojas hasta quedarme a tu lado, sin que me percibieras en tus sueños febriles. Parecías tan pequeño desde lo alto de las ramas y ahora, desde las raíces eras enorme, un monstruoso ser, todo pelo y narices. Pero sabía qué tenía que hacer. Mezclé las limaduras con el agua y limpié la herida, con los ungüentos y el musgo te preparé un vendaje mientras te oía desvariar en sueños. Rellené tu odre con el mío y me escondí a tu lado, atenta a que te bajara la fiebre. Cuando ya empezaba a oscurecer y comenzaba a tener claro que mi ausencia se habría notado, reaccionaste y del susto casi me caigo de mi refugio. Tan rápida como pude me encarame a tu morral justo antes de que te pusieras en marcha. Cada paso nos alejaba de mi mundo, cada paso era un mundo nuevo y cuando cruzaste el riachuelo comprendí que ya no había vuelta atrás.

27.4.10

uno

Desde mi hoja se veía el claro donde los días de fiesta nos reuníamos a esperar los viejos cuentos del viejo viejo Señor, sentados en la gran piedra negra caliente después de todo un día al sol. El claro que usaban de vez en cuando las caravanas que seguían la ruta del norte, pasando por los pueblos alejados vendiendo maravillas compradas como baratijas en alejados parajes desde donde traían historias cargadas de calor, arena, serpientes y seda. La gran mayoría de las caravanas eran grandes y estrafalarias, con carretas pintadas, música y comida, que contaban cuentos de magos y reyes, intrigas de palacio, asesinato y héroes. A Señor no le gustaba, pero muchos de nosotros nos escondíamos entre las ramas cercanas y espiábamos, soñábamos con lejanas ciudades y podíamos pasarnos semanas representando sus cuentos, bajo la sombra de nuestro bosque, la única ciudad que nos conoce. En ocasiones veíamos las carretas de las ciudades móviles de los gnomos, siempre alertas y ocultos, nunca hacían mucho ruido, al menos no hasta que estabas bastante cerca del corrillo, más allá de los escudos ilusorios con los que se protegían por las noches. Sus cuentos hablaban de bromas y engaños ocurridos mucho tiempo atrás, antes de lo que ellos llamaban El Pequeño Malentendio, antes de que se exiliaran en sus pequeños carromatos a las altas montañas del norte que formaban parte de sus más antiguas leyendas. Otras veces las caravanas no eran alegres, cargaban llanto y desolación, eran caravanas de muerte, con jaulas llenas de esclavos y hedor. Y esas noches, que solían ser más largas de lo normal, Señor estaba más atento y preocupado, controlando a los más jóvenes y siempre atento a los puestos de observación. Pero a nadie le quedaban ganas de explorar esas noches, no quedaban ganas ni de dormir. A la mañana siguiente, cuando se hubieran marchado y el peligro se esfumara, ya habría tiempo de dormir. Y desde mi hoja, un verano tranquilo, te vi llegar, montaraz, creyéndote solo y a salvo, lamiéndote las heridas de la última pelea, preparándote para el siguiente combate, alerta a la próxima emboscada. Y como las sombras de los bosques no solían contar historias, ninguno de aquellos que aguardaban a que el viejo Señor se diera la vuelta para encaramarse en las ramas te prestó demasiada atención. Pero a mi me hechizaste y escondida te escuché soñar con mundos lejanos y un futuro más justo, casi era una plegaria a unos dioses que hace tiempo dejaron de escucharte antes incluso de que dejaras de creer en ellos. Y ahí te quedaste, alerta a los ruidos de la noche, atento a una lejana tormenta. Y yo me quedé allí, mirándote entre las hojas hasta casi el amanecer, hasta que Señor me arrastró hasta mi escondrijo, de donde, me dijo, no saldría hasta la siguiente primavera. Y me resigné a no volverte a encontrar.

15.1.10

¿por qué no podemos evitar hacernos daño? ¿por qué no somos capaces de tranquilizarlos y pensar un poco antes de herirnos como lo hacemos? Pensé que avanzábamos, pero entre que yo tiraba y tú te enraizabas se rompió todo, y me he quedado cubierta de ti. En algún momento me dejarás de extrañar y eso me da un miedo terrible

6.12.09

4.7.09

Y así acaba todo

Al final, este blog era para tí, tribuno, un escaparate de cuentos y realidades que, aunque nació con intención privada y anónima, sabía que ibas a leer. Un lugar para intentar hacerte volar y recordar una parte de lo vivido. Y me parece que esta será la última entrada de este diario que he mantenido sobre nosotros. Será lo que pasa cuando se rompe el "nosotros".

16.6.09

Entretanto, me disculpo

Esta noche voy a dormir pensando en ti, tribuno. Tu pequeño centinela vigila el sátiro castigo. Dormiré con las rodillas bien apretadas y con mi pecado en la consciencia, esperando ser absuelta. Y será el placer mi mayor penitencia y el dolor, un aliado, un suspiro que acompaña el extasis. ¿Qué será lo que me das, tribuno? No logro dejar de buscarte en mis sueños más húmedos, en las tormentas más solitarias. Y llegaré al orgasmo varias veces en mis húmedas pesadillas, con las culpas asumidas y purgadas, limpia, hasta la próxima vez que tus labios vuelvan a pronunciar esas palabras malditas que me embrujan y juegan a su voluntad con mi más dulce inocencia.

9.4.09

Solamente una conchita que se mece sobre las corrientes
liviana, perdida y fuera de lugar
hay momentos, como esta noche,
que la tormenta se desata y no dejo de hundirme y volver a flotar
tus manos me arrastran, me tocan y me despellejan
una caricia, un arañazo y un beso para hundirme de nuevo

Me dejo mecer mientras la lluvia estalla
las nubes, allá en lo alto, tan lejos
estallan, se pelean hasta descargar con una cortina de luz
luz eléctrica, azul, aterradoramente cerca

Y con tu ayuda, me elevo en el cielo
vuelo entre presiones y atmósferas
subo con el aire caliente, hasta sobrevolar la tormenta

12.12.08

buscando, desesperada, un castigo masoquista para acortar las distancias

11.12.08

Señorita:
¡Cuánto quisiera que fueses menos hermosa para que yo sea algo más dichoso!
Todo mi tesoro está en la torre de Minerva, pero tu apostura golpea el sentido como un rayo sobre sobre la piedra, capaz de tocar a aquella hermosura de la que todas son emblemas.
Me retiro a los huecos de mi conciencia, allí donde no debiera llegar la razón ni la moral, en la úlcera de la identidad de donde emana la sangre del tiempo, que se niega a perecer cuando la muerte clava en su vacío su pálido estandarte; efímera encaramada a lo eterno, hiedra que al descomponer la mansión de Dios cree construir su divinidad.... Todo esto fuera invento si tu fueses del linaje de la invención, o tendría el defecto de ser verdadero si tu no insinstieras en la perfección de permanecer inexpresada.....

Te desea por tu belleza quien no puede amarte por tu fugacidad, A.