1.6.06

El otro día.

Él me masturbaba, primero suavemente apenas un roce, acariciando el clítoris y los labios. Entonces me penetró, metió su dedo dentro de mi vagina mientras con el pulgar seguía acariciando el clítoris. Los orgamos así son impresionantes, se pierde la percepción de lo que ocurre alrededor. Luego empezó a acariciarme el ano, por petición mia, metió la cabeza entre mis piernas y me hizo un beso negro, abriéndose camino con su lengua antes de meter el dedo, aunque no sé si fue uno o tres o todos, por todas partes. Yo lo único que sé es que me sentía completa, que todos los puntos de placer estaban cubiertos. Me sometí a él, rendida a sus pies para que hiciera lo que quisiera. Cuando me corrí, me atrajo hacia su cuerpo, dejando la cabeza a medio palmo de su polla, pero sin forzarme a cogerla. Después de recuperar el aliento, me centré en su polla: una mano en los huevos, la otra en la base y con la boca centrándome en la punta. Él me cogía del pelo, con suavidad, pero firme para que no me escapara. Con una de las manos empezé a acariciarle el ano, movimientos circulares y suaves. Es la mejor forma. Con la otra empezé a masturbarme, como me enseñó a hacer él. Con la lengua, jugaba, ahí donde sé que le gusta. Llegamos al orgasmo juntos, se corrió en mi cara. Luego me atrajo hacia su cara, me besó y nos quedamos abrazados. Me dormí con su semen sobre mi cara.
Sometida a él.