5.3.05

Mister I.

Mi amiga, su ex novia, me dijo "Haz lo que quieras con él, pero no te enamores". Así lo hice, segura de haber encontrado al amor de mi vida y haberlo perdido, sabía que lo más que conseguiría con Mister I. era aprender mucho de sexo y de política. Me habían hablado tan bien de él, que incluso tenía miedo de quedar en mal lugar.
Con los hombres siempre me pasa, o me creo maestra o me creo alumna. Pero las apariencias engañan, con él fui de alumna y me falló la táctica.
Habíamos estado en el bar donde el trabajaba hasta las siete de la mañana, fumando porros y bebiendo, él, cerveza, yo, ron con piña. Habíamos hablado de política, de la guerra, de las amistades comunes... Ya era hora de ir a dormir. En la esquina donde se separaban nuestros caminos, me dijo "¿Te vienes a tomar la última?". No. Ya estaba demasiado borracha. "¿Un café?". No. Ni entonces ni ahora soporto el café. "¿El último porro?". Sí, a eso no le digo que no.
Me gusta el sexo, ¿cómo negarlo después de lo que ya he ido poniendo por aqui? pero odio los preliminares, ese momento de no saber muy bien qué es lo que va a pasar.
Se puede aprender mucho de un tío por la forma de moverse en la cama, con él no. Después del primer porro empezamos a besarnos. No me gustan los besos en la cama, al menos no con alguien que realmente no conozco. Sobretodo los babosos, y para mí esa clasificación se aplica a casi todos los hombres. Estaba demasiado drogada para recordar con detalle todo lo que pasó. Sólo sé que me sorprendió lo pasivo que resultaba en la cama. Se apropió de la cama y no me dejó mas alternativa que llevar el ritmo. Cuando dos pasivos se encuentran en la cama, alguno tiene que tomar el papel de activo, y esa vez me tocó a mí. Que pereza... Además, tenía una extraña atracción por el sexo anal. Tampoco se esforzó mucho en conseguirlo, supongo que fue porque ambos estábamos tanteando el terreno.
Apestaba. Siempre me olvido de ese detalle cuando pienso en él. Pero todos tenemos nuestros defectos, supongo que por eso no se lo tengo muy en cuenta.
A eso de las diez me llamaron, una amiga. Quedé con ella para un rato después.
De él sí que recuerdo el nombre y el teléfono, hemos quedado algunas veces más, pero eso me lo guardo para próximos post.
Respecto a lo de enamorarme, sólo caí en ese sentimiento cumpliendo el punto 1. de mis mandamientos, aunque nunca pude evitar pensar en él al día siguiente.