11.9.06

Polvo psicodramático

El tamaño importa, sí. A mí, las grandes me dan miedo. Mi último polvo de una noche, un muchachín algo menor que yo y con una polla de esas que no me caben en la boca, pelo largo y los ojos más bonitos que he visto en mucho tiempo. Nos hemos acostado un par de veces, pero se ha convertido más en un amigo que en un polvo, compartimos nuestras penas hasta que el amanecer nos invita a la cama. El viernes pasó la noche en casa, comenzamos con música, un par de porros y una cerveza por cabeza. Y me explicó un juego, el psicodrama. Cada uno coge un rol y lo interpreta en primera persona. Después de un corto paseo por un parque, terminamos metiéndonos en un local oscuro con una puerta trasera que daba a una mansión del sexo. Recorrimos nuestras fantasías, desde mi faceta sadomasoquista hasta la suya de mirón. Acabamos follando con la palabra en una sauna mixta, acompañados y ayudados por una chica que describí como la chica de mis sueños.
Quizás era una forma novedosa de llevarme a la cama o quizás descubrimos juntos el poder del
sexo oral, pero estoy convencida de que el polvo que siguió a continuación no habría merecido el esfuerzo de un análisis sin el polvo psicodramático que lo acompañó en el principio.