24.7.05

Sade?

-Anda, Sade!
Entre los viejos libros de mi padre había encontrado un viejo libro del marqués lleno de polvo y sin aparentes marcas de lectura. Hace algunos años leí por casualidad y curiosidad "La Filosofía en el Tocador" y quedé encantada, vale que es un panfleto, pero tenía algo totalmente perverso que me atrajo.
-A mi no me gusta -dijo mi madre tumbada en la cama detrás de una gruesa novela de ciencia ficción.
En casa el concepto de sexualidad nunca ha sido un tabú, desde pequeña me fijé en esos libros rosa con una foto triangular de una boca, colocados a una altura poco prudencial.
-¿Por qué? -dije ojeando el libro.
-Me parece poco real.
Quizás los personajes de Sade no sean realistas, quizás las mujeres no actuan como dice el marqués, pero yo sueño con una velada en el tocador, donde caiga el miedo y se disfrute de forma infinita. A veces lo consigo y llevo a mis parejas a placeres que no esperan de mi, pero quizás mi madre tenía mucha razón con su explicación y no estamos preparados para una sesión del marqués. Yo lo seguiré intentando.

23.7.05

Mi inexperiencia

Ya conté en el anterior post que mi primera vez no la recuerdo como algo agradable. No sé muy bien cuando dejé de ser la adorable niñita para convertirme en el polvo fácil, quizás tengo que asumir mi gran parte de culpa, nunca fantaseé con una primera vez de película romanticoide, bueno, nunca fantaseé con una primera vez.
Prefiero las amistades con hombres que con mujeres, las mujeres me intimidan, y en el colegio me relacionaba más con los chicos que con las chicas, hablaba de futbol aunque solo fuera para tener tema de conversación en el autobús, nunca aprendí a hacer el pino, el pino-puente ni ninguna de esas cosas. A los trece me besaron por primera vez, con mi mejor amigo, Y., por una apuesta, en el piso de la playa de mis padres. Besos durante meses, descubriéndonos poco a poco cada uno en nuestra inocencia de amigos. Cada vez que dormíamos juntos, ya fuera en su casa o en la mía, terminábamos en la misma cama, besándonos, explorándonos.
Mi vida sexual siempre ha sido bastante extraña, no sé decir que no. A nadie, ni siquiera a los indeseables. El señor P, un compañero de clase llevaba meses viniendo de vez en cuando a mi casa, a ver si podía convencerme para acostarme con él. Tampoco él me ofreció amor, solo sexo.
Poco a poco, lo fue consiguiendo, no supe decirle que no. Poco a poco me fui pervirtiendo, les dejaba hacer, uno algunas tardes y el otro algunas noches. Y así pasaron los meses.
Encontré un condon, no sé si se lo robé a mis padres o lo regalaban con una revista, pero lo guardé en mi caja prohibida con el paquete de tabaco que nunca fumé y las cartas de amor que nunca envié.
Una noche estaba Y. en casa, habíamos estado jugando y me levanté a buscar el condón. Se lo ofrecí, pero me lo rechazó. Con Y, nunca pude usar condón, él no quería perder la virginidad conmigo, supongo, pero lo hizo, la perdíó conmigo, y yo nunca lo busqué, él era mi amigo, no hacía falta buscarlo, siempre terminaba apareciendo él.
Algunos dicen que estaba enamorada de él, no es cierto.
No puedo precisar con quíen perdí la virginidad, nunca consideré que fuera una fecha para apuntar en el calendario.
Quizás no me guste mi primera vez, pero sin Y. y el señor P. supongo que no sería como soy. Quizás les deba un polvo... bueno, no.